¿Es posible volver a pecar después de haber experimentado la gracia de morir a sí mismo en virtud de la muerte de Cristo?.
Él poder pecar depende del ejercicio de nuestra libertad. En este mundo vivimos nuestra vida cristiana en la fe, no en la visión. Es un tiempo de gracia en que podemos crecer bajo la acción del Espíritu Santo y también dejarnos seducir por el pecado y por el maligno. El que acaba de experimentar la gracia de morir a sí mismo en virtud de la muerte de Cristo quiere estar lejos del pecado y experimentar un gran temor de perder a Dios, a quién considera su bien supremo. Pero las tentaciones pecaminosas son sutiles y suelen venir poco a poco. Son las malas hierbas de la parábola del sembrador que quieren enraizar en nuestra tierra. Si no se eliminan con la palabra de la Cruz acabarán ahogando la palabra.
La tierra propicia a recibir la palabra del diablo es el orgullo que conduce en definitiva a la rebelión. La montaña del orgullo tiene dos vertientes: el prestigio y los méritos personales.
Hace falta que seamos tasadores: nada mas nos podemos gloriar de la cruz de Cristo. Fuera de ella no hay vida perdurable, y todo aquello que parece consistente es pura y estúpida vanidad. Nuestras obras buenas que no están hechas desde el poder que nos entran por el hecho de morir a nosotros mismos en virtud de la muerte de Jesús no valen nada, bien nada. Nuestras penas soportadas para tener méritos de nosotros mismos no valen nada, bien nada, mas bien son pecados, no son obras del amor de Jesús que actúa en nosotros y nosotros en Él, sino obras de un orgullo camuflado y estúpido.
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